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La tradición del dance podría ser muy antigua y algunos autores e investigadores encuentran este dance como milenario. Bizen D'o Rio, en su libro "el dance laurentino", sugiere un posible origen céltico. Para demostrar esta hipótesis se basa en varios aspectos como las huellas que esta cultura dejó patente en el Altoaragón, la analogía entre la vestimenta de los danzantes oscenses, con los ingleses y bretones, o el empleo inicial de la gaita para el desarrollo de las diferentes danzas, instrumento que fue introducido en nuestro país por los pueblos celtas desde Irlanda y Escocia.
Sin embargo, las primeras referencias escritas que hacen referencia a los danzantes no aparecen hasta los siglos XVII-XVIII.
La mayoría de estas noticias fueron halladas y divulgadas por el historiador oscense Federico Balaguer. La primera mención que encuentra de los dances de Huesca aparece en el libro que Francisco Diego de Aynsa publicó en 1612. En este se relata una procesión que, desde la Catedral se dirigió a la iglesia de San Miguel, con motivo de la llegada a Huesca de unas reliquias de San Orencio: “por el uno y otro lado della yvan muchas dancas y bayles, que davan muy grande regozijo y alegria con sus invenciones y hermosos atavíos”. Una de estas dazas estaba protagonizada por “quatro gigantes de excesiva grandeza”, y otra, ejecutada por el gremio de los herreros, era “una danca de negros”. En un escrito de Ana Francisca Abarca de Bolea, la conocida escritora y abadesa de Casbas, fechado en el siglo XVII aparece una nueva mención de los danzantes: “Caballicos, gigantitos, iban una gran recua, con su tropa de danzantes, que dan copla a la fiesta”. No obstante, la primera mención explicita sobre la presencia de danzantes en la procesión de San Lorenzo es bastante posterior, pues corresponde a los años finales del siglo XVIII. Aparece en un manuscrito que se conserva en el archivo de la Catedral, escrito en torno al año 1786 por el canónigo Novella. Al referirse a la procesión de San Lorenzo, dice lo siguiente: “Algunos años suele haber lo que llaman danze y van los danzantes en esta procesión, pero no turban su orden, pues se ponen detrás de la Ciudad y Universidad; lo he visto así y lo advierto porque alguna vez disputan ir delante de la peana de San Lorenzo y no es justo permitirlo”
Más recientemente, Carlos Garcés aporta dos nuevas menciones a los danzantes en este periodo de tiempo. En el año 1663 don Pedro Fenés de Ruesta, un importante ciudadano oscense de la época, hizo la siguiente propuesta a las autoridades municipales: “que por los inconvenientes que se están experimentando sería de conveniencia que se hiciese Estatuto de que los labradores y oficiales no puedan salir a hacer bailes en las fiestas que sea con licencia y permiso expreso de los dichos señores Justicia Prior y Jurados o su mayor parte”. El Concejo, tras votar la propuesta acordó en efecto prohibir “salir a hacer bailes en las fiestas” sin el permiso de la ciudad, y decidió hacer un Estatuto sobre ello. El 10 de agosto de 1788 con motivo de las fiestas de proclamación del nuevo rey Carlos IV aparece por primera vez escrito el nombre de danzantes de San Lorenzo. El Colegio Imperial y Mayor de Santiago de la Universidad de Huesca, que participó en dicha fiesta, hace referencia entre la partida de gastos al pago de 2 libras 7 sueldos “a los danzantes de San Lorenzo”.
En el siglo XIX las referencias a los danzantes de Huesca son mucho más numerosas. En el año 1804 con motivo de los actos de celebración de la finalización de las obras de restauración de la ermita de los Mártires, los labradores bailaron sus danzas tres días consecutivos en los campos de la ermita. El 31 de julio de 1821 el Ayuntamiento acordaba que el día de San Lorenzo de ese año hubiese “dances”. Con motivo de la liberación del Monarca Fernando VII en el año 1823 se celebraron una serie de fiestas entre el 12 y el 14 de octubre en las que no faltó la actuación de los danzantes: “ no fue menos agradable la función de dance que ejecutaron otros labradores realistas, que vestidos ricamente de blanco y dirigidos por su mayoral y rapatán, Custodio Viñan y Martín Lanao, danzaron primorosamente en las plazas y calles, unas veces con espadas y dagas y otras con palos al son de la gayta que es su musica favorita”. Por primera vez, aparecían documentados los dances de espadas y palos, la vestimenta de los danzantes, la presencia de un mayoral y un rapatán, y los nombres de los primeros danzantes.
Bibliografía: 1. Bizen d’o Rio. El dance laurentino. Huesca 1985 2. Federico Balaguer. Los primeros danzantes conocidos. Nueva España, 10 agosto 1972. 3. Federico Balaguer. Introducción al estudio histórico del dance oscense. Prólogo al libro el dance laurentino de Bizén d’o Rio Martínez. Huesca 1985 4. Carlos Garcés. Las menciones más antiguas de los danzantes. Diario del Altoaragón. 28 de octubre 2001. pag 9
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Mozart Año 1933
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